Celebramos una nueva edición de La Palanca, el Festival de Circo Contemporáneo de Esparreguera. Han estado años de arrebato, de arte, de llenar plazas, teatros y calles, de espectáculos fascinantes, de acercar la cultura a todos los públicos, de garantizar la inclusión y la accesibilidad, de apostar por los trabajadores y las trabajadoras del sector cultural, de hacer llegar las artes escénicas en las escuelas, a la gente mayor y en los barrios, de sumar entidades y colectivos a la aventura.

Y es que, por más que nos esforzamos, somos seres racionales y nos gusta contar, contar y recontar, como si aquello que contamos diera sentido al que hemos hecho. Pues bien, contamos cinco años, todo un lustro, y quiero aprovechar para explicaros cómo empezamos esta aventura en plena pandemia. Queríamos dar a Esparreguera un festival fresco y que, sin renunciar al rigor y a la calidad de todas las propuestas artísticas que se presentan, llevara el circo por todas partes y a todo el mundo. Un festival que llenara los teatros de Esparreguera, pero también las plazas, las calles y aquellos lugares más insospechados. Poder decir, cinco años después, que este objetivo se ha cumplido, da sentido a todo lo que hemos hecho: La Palanca atrae miles de espectadores año tras año y se va consolidando como un referente en Cataluña.

Pero, además de racionales somos emocionales, y este sentir también encuentra respuesta en el arte, que es un preciado alimento para el espíritu. A cada espectáculo encontramos un misterio, parte de magia y parte de ingenio, que nos hace sumergir en mundos imprevistos donde, a menudo, todo es posible y dónde, siempre, podemos ser, con libertad, personas inventadas que la realidad no clasifica, que se escapan de cualquier razonamiento. Esta libertad de ser, de reir y llorar, de creer, de soñar. Todo esto, y más, nos lo da el arte. Y este es el espíritu que nos ha acompañado durante estos cinco años y que, tanto las docenas de compañías como los centenares de artistas y los miles de espectadores, hemos vivido con un solo corazón, haciendo pueblo juntos. 

¡Larga vida a La Palanca y viva Esparreguera!